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“Amukan”: atravesar la encrucijada

FUENTE: RADIO LEUFÜ

En “Konün Wenu” (2010), primera cinta de ficción de Francisco Toro, el actor natural pehuenche Pedro Manquepi interpretaba al pequeño Akun con apenas 8 años. En esa historia, el niño aprovechaba la subida al sector cordillerano de la tradicional veranada para buscar la puerta al cielo y así poder visitar a su fallecida madre.

Era una fábula donde Akun aprendía sobre la cosmovisión y las tradiciones de su pueblo, y prometía perennizarlas con su propia carne. Cuando un amigo de la familia dice que los jóvenes siempre terminan descartando la vida de montaña por aventurarse a la ciudad, él le contesta con seguridad: “siempre me voy a quedar con mi abuela y mi abuelo”.

Manquepi tiene 20 años en “Amukan” (2019), la segunda ficción de Toro, y su personaje –el adolescente Nekul- está justo en la encrucijada que auguraba el filme anterior: ¿quiero realmente seguir el modo de vida tradicional de mi pueblo? Si no lo hago, ¿significaría una traición a mis antepasados? ¿Dónde está la línea que separa la individualidad del individualismo?

Nekul vive junto a sus padres y hermanos menores en el sector cordillerano del Alto Biobío. Un día, al bajar de la veranada, su padre (Jorge Manquepi) le cuenta que deberá acompañarlo a trabajar en la construcc

La de Nekul es también la historia de ser mapuche hoy. «La realidad tiene poco que ver con los ‘Sueños azules’ de los que habla Elicura Chihuailaf», decía el historiador Fernando Pairicán en una entrevista a El Desconcierto. «El trabajo político del mundo mapuche ha sido, justamente, reeducar a [su] población, reconstituir una ética común: dejar el alcoholismo, estudiar una carrera universitaria».

Mayoritariamente hablada en mapudungún, «Amukan» («errante», en español) tiene un naturalismo logrado en gran parte gracias a que el elenco -la familia Manquepi Paine en pleno- fue parte de la construcción de la historia. Y su fotografía le hace honor a la inmensidad simbólica y física de los bellos lugares que recorre, especialmente cuando en su último tercio deriva en una suerte de road movie.

La cinta–estrenada internacionalmente en el Festival de Cine de Guadalajara y galardonada con una mención especial en Sanfic– no obedece completamente la estructura tradicional de los relatos. A diferencia de “Konün Wenu”, que tenía los tres actos bien definidos, se podría argumentar que “Amukan” es un gran primer acto aristotélico que persigue más explicar el nacimiento de una ambivalencia en lugar de querer alcanzar su resolución total. Implicaría entonces, en sí misma, la búsqueda de un camino nuevo que se desvía de la narrativa tradicional. Porque si algo aprende la película de su personaje principal, es que aunque las pisadas anteriores nos condicionen a seguir una ruta, en la montaña también podemos hacer camino propio.

ión de un camino. Esta primera experiencia fuera de su entorno familiar, junto con la eventual urgencia de conseguir medicina para su madre enferma (Lucrecia Paine), termina por abrir los horizontes del joven y sembrar la inquietud del éxodo a la ciudad. Además, el problemático alcoholismo que sufre su padre le significa trabajo extra y un razonable miedo a terminar igual que él si sigue la vida para la que ha sido educado.

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